La Ciudad de México es la tercer concentración humana más grande del mundo significa, para los vendedores de mercancías un gran mercado: 20 millones de compradores potenciales para autos, vivienda, ropa, alimentos, seguros, ipods, cocacola. Para los administradores en turno (a quienes difícilmente se les puede llamar gobernantes) significa una gran concentración de pagadores de impuestos, de votantes. Pero para los portadores del dinero, significa una gran concentración de trabajadores a quienes (con ayuda del Estado) se les puede emplear por bajos salarios y de los que se pueden extraer grandes ganancias.
Cuando la Ciudad de México comenzó a crecer a un ritmo acelerado por la migración masiva del campo a la ciudad (1950-1970), los nuevos habitantes se instalaron en sus alrededores sin una política de urbanización diseñada coherentemente. Pero a partir de 19762 el Estado se vió obligado a iniciar un proceso de ordenamiento territorial, y para 1997 el Distrito Federal logró tener una administración propia, que no funcionó tan mal durante los primeros años
Pero a partir de 2006, y particularmente desde 2008, los marcos legales fueron desbordados con tal descaro, que lo más fácil fue adecuarlos a los nuevos requerimientos. La proliferación de casitas-Geo, sobre todo al oriente del Estado de México (Ixtapaluca, Tecámac) donde burlar las legislaciones era más fácil, fue el primer aviso de lo que venía.
Mientras proliferaban las autopistas urbanas (con forma de segundos pisos) para vincular todos esos “desarrollos periféricos”; fuimos rodeados por basureros clandestinos y radioactivos, además de Wal-Marts, Oxxos y gasolineras. Ahora pretenden coronar estas tres primeras fases (endeudamiento-privatización-desmantelamiento) con un mega proyecto generalizado de Megalopolis y obras megalomanas para sostenerle: nuevo aeropuerto internacional, obra de drenaje profundo gigantesca (Túnel Emisor Oriente), nuevas obras para el abastecimiento en agua (trasvases y pozos profundos), planta de tratamiento mas grande de America Latina, nuevas vias de transporte publicas y privadas, proliferación de nuevos proyectos inmobiliarios.
Atrás del doble discurso gubernamental capitalista hay que pensar que esas obras no están planificado con primera intención de responder a las necesidades de la población o a los escasez de la ciudad; en primer lugar permiten asegurar una mayor acumulación de capital y acelerar el proceso de Megalopolis que cada día nos acerca del colapso.
Más de una cuarta parte del territorio nacional está concesionado a empresas mineras extranjeras o nacionales. México se ha convertido en el páis de América Latina con más inversión en este rubro por parte de empresas extranjeras. El avance de estas concesiones amenaza territorios, recursos, poblaciones y equilibrios ecológicos.